Nov21
Que se abran los cielos
Mes // Noviembre
Este debe ser el clamor del pueblo de Dios, la iglesia, Su novia: ¡Oh, si rasgase los cielos… para que hicieras conocido tu nombre…! Debería ser un fuerte anhelo de nuestro corazón pues de ello depende el mover del Espíritu Santo, el avivamiento que la iglesia tanto desea.
A esa “manada pequeña” no le preocuparía pensar en multitudes si su sentir estuviera en sintonía con el Espíritu. El “vino nuevo” estaría reservado para el final, preparando a Su novia y ella lo sabe.
¿Qué no haríamos ahora? Quizás no nos inquietaríamos por conferencias de liderazgo, no nos preocuparíamos por nombres y acciones de diferentes denominaciones, no habría obras de la carne ostentosas en nuestros servicios, no buscaríamos un enfoque distinto a Jesús en los distintos grupos y entonces EL ESPÍRITU SANTO DESCENDERÍA CON AVIVAMIENTO y nuestro único interés sería acelerar este proceso con una predicación que hable de la obra de Cristo en la cruz, salvación a los perdidos y esperanza del regreso de Cristo.
«Desde tiempos antiguos nadie oyó, ningún oído percibió, ningún ojo vio otro Dios fuera de ti, que trabaje para aquellos que en Él esperan» . Isaías 64:3-4
La Escritura habla de lluvia tardía y nadie la detendrá, vendrá mejor que la primera y los creyentes debemos anhelarla. Lástima que no suceda así, a pesar de que el 92% de la gente dice creer, no confiesan con la boca, su corazón está tibio, se ha endurecido... pero ella, como el fenómeno natural, se derramará porque nadie podrá detenerla.
«Te encuentras con aquellos que se gozan en hacer justicia, que te recuerdan en tus caminos. Mira, estabas enojado porque pecamos; en nuestros pecados hemos estado mucho tiempo. ¿Y seremos salvos?» Isaías 64:5
Esta pregunta no es cualquier pregunta. Viendo lo convulsionado del mundo, como creyentes debemos saber que no hay esperanza fuera de Jesús... por esa Palabra sabemos que las cosas no mejorarán. Estamos en el último tiempo “como en los días de Noé”. Y veremos las evidencias de lo acontecido:
¡Que se abran los cielos! ¡Que descienda Su presencia! Sea que estemos al final de los tiempos, pero aún en la dispensación del Espíritu Santo.
Lectura bíblica recomendada: Isaías 64 A esa “manada pequeña” no le preocuparía pensar en multitudes si su sentir estuviera en sintonía con el Espíritu. El “vino nuevo” estaría reservado para el final, preparando a Su novia y ella lo sabe.
¿Qué no haríamos ahora? Quizás no nos inquietaríamos por conferencias de liderazgo, no nos preocuparíamos por nombres y acciones de diferentes denominaciones, no habría obras de la carne ostentosas en nuestros servicios, no buscaríamos un enfoque distinto a Jesús en los distintos grupos y entonces EL ESPÍRITU SANTO DESCENDERÍA CON AVIVAMIENTO y nuestro único interés sería acelerar este proceso con una predicación que hable de la obra de Cristo en la cruz, salvación a los perdidos y esperanza del regreso de Cristo.
La Escritura habla de lluvia tardía y nadie la detendrá, vendrá mejor que la primera y los creyentes debemos anhelarla. Lástima que no suceda así, a pesar de que el 92% de la gente dice creer, no confiesan con la boca, su corazón está tibio, se ha endurecido... pero ella, como el fenómeno natural, se derramará porque nadie podrá detenerla.
Esta pregunta no es cualquier pregunta. Viendo lo convulsionado del mundo, como creyentes debemos saber que no hay esperanza fuera de Jesús... por esa Palabra sabemos que las cosas no mejorarán. Estamos en el último tiempo “como en los días de Noé”. Y veremos las evidencias de lo acontecido:
- - El hambre de Su presencia renovado, como en el Antiguo Testamento, la dedicación del Templo (comentario David Wilkerson)
- - El mover del Espíritu Santo (puede ser silencio, verdad, gozo, aplauso, pero acción)
- - Necesidad de la presencia de Jesús… no queremos irnos de ella, ni de los que nos acompañan en ella
- - Arrepentimiento verdadero que se expresa en un brote de alegría y alabanza triunfante.
¡Que se abran los cielos! ¡Que descienda Su presencia! Sea que estemos al final de los tiempos, pero aún en la dispensación del Espíritu Santo.
Autor
María Piedad Mesa
Escritora de:
Busca Amar a Dios y Ser Ejemplo
Bendito el Fruto de tu Vientre
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Bendito el Fruto de tu Vientre