A quien enseñar

El conocimiento de Dios, la posibilidad de tenerlo a través de Su Palabra y con ella misma poder explicar los mensajes, es una maestría en la que deberíamos ser diestros, en tanto que maduramos en nuestra vida cristiana.

El apóstol Pablo dice que «no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina...» Efesios 4:14 y también aclara «cuando éramos niños, hablábamos como niños, pensábamos como niños, juzgábamos como niños, mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño» 1 Corintios 13:11, enseñando acerca de que no podemos quedarnos en el estado primero de nuestro conocimiento de Dios; nos es necesario crecer, madurar y esto de acuerdo a la Palabra de Dios.

El profeta Isaías en la porción que nos ocupa, hace la pregunta “¿A los que son destetados de la leche, a los que son sacados del pecho?” Es que el conocimiento y la enseñanza se dan a los niños mediante un método de estudio y aprendizaje minucioso, lento y cuidadoso.

«Porque es precepto tras precepto, línea sobre línea, un poco aquí, un poco allá». - Isaías 28:10

Pero avanzamos, crecemos, vamos adelante en el conocimiento y el entendimiento de la explicación del mensaje, y tenemos un Maestro por excelencia:
- «Escuchen y escuchen mi voz; prestad atención y oíd mi discurso» - Isaías 28:23
- «Porque está correctamente instruido; su Dios le enseña.» - Isaías 28:26

No podemos ser ignorantes de la Palabra de Dios. Nuestro entendimiento y conocimiento de ella, aún su explicación, no llegará por un cursillo que proporcione rápidas y simples respuestas a los problemas de la vida diaria, problemas familiares, de trabajo o de la relación social. Esos métodos rápidos, a menudo simplistas, ni experiencias emocionales resolverán los problemas. La madurez en la vida cristiana no tiene atajos. Sólo hay un camino para crecer en la vida cristiana, y es tan normal y corriente como lo dice el Señor en este pasaje, busca:
- precepto tras precepto,
- mandamiento tras mandamiento,
- línea sobre línea,
- un poco aquí, otro poco en otro lugar y momento.

Esto requiere un esfuerzo intenso y diario realizado con una dependencia total del Espíritu Santo. Es la única manera de crecer espiritualmente, de desarrollarse en la vida cristiana. Solo el Espíritu nos guía en la comprensión del texto y en la aplicación práctica a las necesidades diarias de nuestra vida personal y de relación.

Punto de acción:

Haz a partir de hoy un plan de estudio para seguir diariamente y permitirte el conocimiento y entendimiento de la Palabra de Dios como la manera en que Dios mismo te enseña para crecer y madurar en la vida cristiana.

Lectura bíblica necesaria: Hebreos 5