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Abr01

Sobreviviendo

Mes // Marzo

Sobreviviendo
« Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.»
∆ 1 Corintios 7:10-11

Vivimos en un mundo de apariencias, donde muchas personas, a través de las redes sociales, son capaces de juzgar a ciertas parejas por medio de una simple fotografía. Esta, muchas veces, puede ser una cortina de humo o, a veces, realidad.

Sin embargo, el matrimonio es una aventura extrema; algunos días son tranquilos, hay armonía, te sientes muy bien junto a tu pareja, y otros, se desata una verdadera tormenta eléctrica, que termina por aislarnos a causa de la tensión, la incomodidad, la rabia y la decepción cuando las cosas no salen como esperábamos.

Pero para que esto funcione, cada uno debe asumir el rol que nos ha sido asignado, con responsabilidad y compromiso, y reconocer que solos no podemos, que necesitamos de la guía del Espíritu Santo para poder vencer nuestros temores, inseguridades y falta de perdón.

A veces, la salida más fácil que vemos ante las adversidades en un matrimonio es el divorcio, pero todas estas cosas no son más que las artimañas que el enemigo tiene para destruir hogares, y así mismo, sembrar la duda en nuestra mente. A nosotras como mujeres nos hace pensar que: “Casarte con el hombre con el que hoy convives fue un simple error”

No sería posible continuar, si Dios no fuera esa tercera cuerda que los une. Las pruebas que han superado han sido devastadoras, pero cuando el amor es firme, no el amor hacia nuestra pareja, sino el amor hacia nuestro Dios, TODO es posible.

Punto de acción

Es un verdadero error no unir fuerzas para sobrevivir y salir victoriosos juntos, de la mano, sin soltarse, avanzando con la mirada puesta en la meta. Valora lo bueno y admirable antes de exaltar los defectos; dale la oportunidad a Dios de hacer lo que para ti es imposible.

Ora por tu pareja, anímala, apóyala, sé fuente de bien y no de mal; verás la mano de Dios posarse sobre ti y tu familia, y tu dignidad e integridad jamás serán vulneradas, porque contarás con el favor de aquel que te da la vitalidad necesaria para no desfallecer y rendirte ante la vida.

Lectura bíblica necesaria: 1 Corintios 7 (RVR60)

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