Nació el Rey eterno

Uno de los detalles más asombrosos proféticamente tiene que ver con el anuncio del lugar propio del nacimiento para el Salvador, el vendría como Niño Hombre, como Rey, pero especialmente como Dios.

Miqueas 5:2 lo predijo: «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad» Se cumplió la profecía a la orden de empadronamiento, José y María vivían en Nazaret, pero estaba escrito que nacería en Belén de Judá y así aconteció porque el Padre tiene el control de todo y permitió que José a quien escogió como padre putativo tuviera que ir allí a observar la ley civil…pero lo que estaba entre manos era la profecía y el sello de Su cumplimiento, ya que era dada directamente por el Señor Dios de Israel.

Ella tuvo consecución exacta, según lo relata el evangelista:

Lucas 2:4-6: «Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento» . Es que era un magno evento con signos sobrenaturales y así lo demostraron los honores de los sabios de oriente, que vinieron desde lejanas tierras animados por el conocimiento de la profecía acerca del lugar y de las características que tendría el Niño y conforme a ello fueron sus presentes:

Oro para el Rey. Ellos eran reyes, eran pudientes y lo traían como ofrenda en señal de Su realeza.

Mirra para el hombre. Se usaba en los ungüentos perfumados y quizá se adelantaban a la preparación para Su sepultura que como Hombre viviría después de Su sacrificio por la humanidad.

Eran los tesoros más valiosos propios de su tierra, pero tenían significado para el Niño Dios, Rey y Hombre, además servirían de ayuda y sustento a José y María.

Punto de acción:

A partir de este conocimiento, puedes contar a alguien el verdadero sentido de la navidad para que cada uno pueda rendir adoración a la grandeza del Niño nacido siendo Rey, Dios y Hombre y entregar el mejor tesoro: su corazón.