Las pruebas

Solemos sentimos algunas veces confundidos y hasta incrédulos, al recordar o escuchar en boca de otros aquella frase frecuente: “Dios es amor y Él es todopoderoso”, pero la verdadera confusión no está en escuchar esas palabras una y otra vez, la agotadora confusión es la que vivimos, cuando la comparamos con las situaciones difíciles que estamos atravesando en aquel momento.

Es ahí cuando comenzamos a preguntarnos…

¿Por qué Dios nos permite sufrir? ¿será que nos ha abandonado?

Darle cabida a este tipo de preguntas son las que nos desconciertan, pues no sabemos cuál será la respuesta, hasta que llegamos en nuestro momento de "soledad", pero no es en esa ¨soledad¨ en donde estamos sin compañía, si no cuando empezamos a aclarar dudas, pues en nuestra conversación (oración) con Él, es que podemos dar respuesta a nuestros malos entendidos a cerca de Él , y llegar a la conclusión que el sufrimiento no es que Dios nos haga a un lado, sino que Dios lo arregla todo con mucho cuidado para refinarnos , purificarnos y salvarnos.

Así nos dice en Zacarías 13:9:

«Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios»

Debemos aprender la manera de como enfrentamos las dificultades, pues al no saberlo, nos hace quejosos contra Dios, perdemos nuestra fe e incluso no estamos dispuestos a dedicarnos más a Él.

Debemos mirarlo más a Él que a la angustia, Él mismo requiere que sigamos su camino y nos demanda amarlo con todo nuestro corazón (Mateo 22:37);

«Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente»

Punto de acción

Luego de pasar por esas experiencias, no solo obtenemos compresión de nosotros mismos, sino que también comenzamos a comprender el carácter de Dios, quien nos enseña a ser más fuertes, estables y maduros.